sábado, 22 de enero de 2011

GRACIA Y CONVERSIÓN: DON Y TAREA

Las lecturas del tercer domingo del Tiempo Ordinario traen una sugerente invitación. Aquí te la presento.

San Mateo nos presenta en el Evangelio de hoy las primeras palabras que Jesús dirigió al pueblo de Israel, y por extensión a toda la humanidad: “convertíos, porque está cerca el Reino de los Cielos”. Vemos en esta expresión la pareja que caracteriza la obra de Dios en nosotros: se trata de un don y de una tarea.



¿En qué consiste el don? Utilizando las palabras de Isaías recogidas en la primera lectura, se trata de la luz grande que ha iluminado al pueblo que caminaba en tinieblas, que habitaba en tierras de sombras. La consecuencia de este regalo es inminente, según el profeta: acreciste la alegría, aumentaste el gozo.



Cabría preguntarse si esta reacción ante la luz que viene de lo Alto es automática, si todos se regocijan ante esta buena noticia. Mucho nos tememos que no es así. A cuántas personas molesta una claridad que pone en evidencia sus oscuridades, sus egoísmos, sus tinieblas. Basta con echar un vistazo a la carta de san Pablo a los Corintios que escucharemos hoy. “Os ruego –dice el Apóstol- en nombre de nuestro Señor Jesucristo: poneos de acuerdo y no andéis divididos. Estad bien unidos...” Y sigue la Epístola diciendo: “me he enterado que hay discordias entre vosotros”.



Para que la luz sea beneficiosa, no basta con exponerse a ella, es preciso desperezarse, limpiar las legañas que ensucian el corazón, en una palabra, mirar a Jesús para poder convertirse. Ésta es la tarea. Es hermosa y en ella nos va la vida, y el Reino. Manos a la obra.


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