sábado, 27 de julio de 2013

PARA QUÉ SIRVE UN CAMPAMENTO

Para muchas cosas. No sé muy bien en qué orden colocarlas. Para mí lo primero es la alegría de tener hermanos en la fe. Que el Señor nos regala personas extraordinarias en las que nos muestra su rostro. El testimonio de los jefes, los monitores, los cocineros y mis compañeros sacerdotes durante estos días ha sido espectacular: trabajo infatigable para cuidar a los niños, para que las actividades salgan bien -juegos, talleres, marchas...- durmiendo poco, lidiando con la inmadurez de los peques y el pavo de los adolescentes...-. En algunos de ellos he vuelto a descubrir esa chispa desmedida que Dios da a los que pide mucho. Quién sabe si es un signo de una llamada a una entrega aún mayor.


Otro regalo de los campamentos es comprobar que -efectivamente- el Reino de Dios es de los niños, de los que son como ellos. Tienen una capacidad asombrosa para entrar en la intimidad con el Señor, que los mayores vamos perdiendo conforme queremos quitarle las riendas de nuestra vida y tomarlas nosotros. Sus oraciones, sus preguntas, sus ocurrencias, sus frecuentes y prolongadas visitas al Santísimo... son un reclamo a acercarme a Dios con más sencillez, siendo más pequeño, con más confianza, con más abandono.


Más cosas. La belleza de la Creación en la que habla alto y claro el Creador de la belleza. Ese firmamento plagado de estrellas, sobrecogedor, que te sirve de "techo" en las noches de acampada. Esos paisajes, esas montañas, esos bosques, la frescura del agua que baja de las cimas en deshielo... Reconozco que celebrar la Eucaristía en el templo de la creación es muy renovador; es una especie de consagración del mundo a las manos del Padre por el sacrificio de Cristo ofrecido por todos. 


Podría seguir enumerando las virtudes de los campamentos, los regalos que uno recibe, pero debo reintegrarme al mío, que termina mañana. Seguramente la razón fundamental para organizar un campamento es que al Señor le agrada estar cerca de los niños-adolescentes, que quiere entrar en la vida de cada uno; que se sirve de este medio para enseñarnos a entregar la vida, a perderla un poco para encontrarla. 

Mientras esto sucede, el Papa en Río de Janeiro ha pedido a la Iglesia que haya "lío", así, tal cual (http://www.romereports.com/palio/el-papa-a-los-jovenes-argentinos-hagan-lio-spanish-10641.html#.UfOUWhZEdoQ). 
Pues unidos de corazón a las celebraciones de la JMJ en Brasil -con la retina llena de la intensa y emocionante JMJ de Madrid- le decimos al Papa Francisco que aquí hemos tenido lío estas dos semanas, y que deseamos seguir liando a muchos en esta hermosa cadena de testigos que es la Iglesia, de la mano de María, rumbo al Cielo, mientras tratamos de hacerlo más presente en esta tierra que el Señor nos regala.