sábado, 11 de diciembre de 2010

A UN OLMO SECO, O COMENTARIO AL III DOMINGO DE ADVIENTO

"Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo
algunas hojas verdes le han salido"

No crean los lectores que me he confundido de mes. Tan solo he recordado el comienzo de este hermoso poema de Antonio Machado al hilo de la primera lectura de este domingo. La imagen presentada por Isaías del desierto que florece, del yermo que se abre en flor, me ha conducido a este olmo seco que renace. Es precisamente esta vida nueva que se abre con vigor el motivo del gozo al que este domingo -bautizado gaudete, "regocijaos"- nos invita la liturgia.

Se alegrará el páramo y la estepa y los hombres, porque verán la gloria del Señor, la belleza de nuestro Dios. Hay que decírselo a todos, todos han de saber que nuestro Dios viene en persona y nos salvará. Así podremos fortalecer las manos débiles y las rodillas vacilantes de las que habla el profeta, y que cada uno observa a diario a su alrededor. Con la certeza del Dios cercano podremos ser pacientes y permanecer firmes, como nos pide Santiago en la segunda lectura.

Y lo mejor de todo es que anunciando la vista a los ciegos, la voz a los mudos y la audición a los sordos nos convertiremos nosotros mismos en precursores, en Juan Bautista, en esos mensajeros que preparan el camino ante el Señor, y que tanto necesitan nuestros tiempos.

No, no tenemos que esperar a otro: es Jesús el que vino, el que vendrá, el que está viniendo para anunciar el Evangelio a los pobres, a todos nosotros. Y la alegría de este domingo estallará, pronto, al contemplarle uno de los nuestros que espera nuestros brazos para acogerle. Aumente nuestro deseo de que llegue a nuestra sequedad el renuevo verde que trae la vida, al olmo seco y al alma herida.

Feliz domingo.

1 comentario:

  1. hola paso a visitar su blog, muchas bendiciones.
    mi blog www.creeenjesusyserassalvo.blogspot.com

    ResponderEliminar