El mundo vueltas dando y nosotros aquí, tratando de encontrar dónde sostener la existencia. El recién creado Cardenal Estepa parece que lo ha hallado. Este obispo español ha sido el último compatriota en recibir la misión cardenalicia. Después de un dilatado servicio como sacerdote, primero, Obispo castrense, después, y colaborador en la redacción del Catecismo de la Iglesia Católica, me cuentan que afirmaba hace unos días en Roma: "Doy gracias a la Iglesia porque me permite servirla". Después de tantas horas de vuelo, tantas faenas que habrá lidiado, tanto sacrificio, y tanto amor derrochado, mira a la Iglesia y le da las gracias. Aunque sea simplemente por contraste con el común de los mortales, es una actitud que sorprende. Uno se imagina que después de tantos años de trabajo -y de pocos- es fácil caer en la actitud de reclamar para sí el reconocimiento debido. Que no nos pase.
¿Y cómo ha decidido este prelado dar las gracias a la Iglesia? Pues vistiendo de rojo, y firmando -al aceptar el nombramiento- que está dispuesto a defender a Dios y a su Iglesia, "usque ad sanguinem", hasta la entrega de la vida. Por eso el color del ropaje, para que no se le olvide.
Dios quiera que no tenga que llegar a cumplirlo, y Dios quiera conceder a su Pueblo muchos hombres y mujeres dispuestos a hacerlo, dispuestos a hacer suyo el color rojo cardenal.
Hasta pronto.
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