El próximo viernes 27 de enero estrenan en España "Popieluszko, la libertad está en nosotros" sobre los últimos años de vida del sacerdote polaco que da nombre a la película. Se trata de un testimonio muy realista de cómo los seguidores de Cristo se han enfrentado a las tiranías, desde Nerón hasta Stalin, pasando por tantos, y llegando hasta nuestros tiempos, porque continúan.
El sacerdote polaco fue artífice -junto con miles de laicos y sacerdotes, y alentados por el inolvidable Beato Juan Pablo II- de un resurgir espiritual de su nación, que llevó a una lucha frontal contra la opresión del totalitarismo ateo, una vez vencido el primer enemigo: el miedo.
El miedo atenaza, amedranta, acalla la voz que denuncia la injusticia y acaba apagando hasta la voz interior que ilumina la conciencia. Y nos hace esclavos, del qué dirán, del pensamiento dominante, del qué será de nosotros. "Para ser libres Cristo nos ha liberado" decía a los gálatas san Pablo, cuya conversión celebra hoy toda la Iglesia. Cristo hizo trizas el temor cargando con decisión una Cruz que abría las puertas del Cielo, venciendo al mundo y redimiéndolo. Y un ejército incontable de hombres y mujeres han vencido a lo largo de la Historia la opresión, la maldad, el pecado, con las mismas armas que el nazareno: cargando una cruz y mirando al Cielo. Acérquense al cine si quieren conocer esta conmovedora página de la historia europea, página martirial, página de gloria.
Pero decía Sánchez Albornoz que "la historia hace la libertad, y la libertad, la historia". Así que, además de aprender de nuestros antecesores, debemos hacer nuestra su lucha, y librarla en nuestros días. Y campos de batalla no nos faltan. Les comento un par de ellos.
En EE.UU. el presidente Obama ha decidido incluir como servicios sanitarios elementales la esterilización, la anticoncepción y el aborto -¡qué bellísima persona, ¿no creen?!-. (http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=20235) Esto ya esta feo, pero no ha quedado aquí la cosa. Con la misma ley, obliga a todas las instituciones que proporcionen servicios sanitarios -incluidos los numerosísimos hospitales y centros médicos propiedad de la Iglesia católica en aquel país- a que presten tales "servicios". La alternativa a esta ley es simple: cerrar los establecimientos, y dejar al 17% de los norteamericanos que actualmente acuden a los centros católicos sin atención médica. El presidente de los obispos de USA ha dicho, a medio camino entre el drama y la perplejidad, que el Sr Obama les ha dado unos meses -hasta que se implante la Ley- para averiguar cómo violar su conciencia. Y ha recordado -amargamente- que la primera enmienda de la Constitución americana es precisamente la libertad religiosa. Lo malo es que me parece que Obama y sus asesores la conocen, pero no les importa mucho.
Y ahora miremos a España, y cómo está el patio. Creo que ayer en el patio mediático se habló, y mucho, de dos arzobispos: el de Tarragona y el de Valladolid. Del primero porque ha vuelto a manifestar la visión de la Iglesia sobre la homosexualidad. Seguro que Chesterton tiene alguna frase genial para explicar esta situación, pero no me la sé. Lo que sí sé es que el diagnóstico es grave cuando en una sociedad no se es capaz de distinguir lo que es normal de lo que no, lo que está ordenado hacia su fin, y lo que desordenado pierde de vista su finalidad. Delicada y grave es la misión de la Iglesia: seguir proponiendo una mirada verdadera del ser humano, de su trascendencia y su sexualidad, por amor, y arrostrar el empuje y la descalificación del pensamiento único. Iglesia, se lo que eres, mantente fiel.
La osadía del arzobispo de Valladolid ha sido otra: comentar que no parece muy coherente que una persona que no vive conforme a la fe y a la moral católica -la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría- haya sido designada para pronunciar el pregón de Semana Santa, que además tiene lugar en la Catedral. ¡Pero qué barbaridad! ¿Cómo se le ocurre semejante atrevimiento? Políticos y comentaristas han salido en defensa de la portavoz del gobierno, y atacando la intolerancia de la Jerarquía. Si el Pastor y responsable último de la Iglesia en Valladolid no puede valorar quién dirige la apertura de la fiesta cristiana por antonomasia, ¿qué podemos decir los cristianos?
La libertad está en nosotros, reza el subtítulo de la cinta sobre Popieluszko. Pero nos la tenemos que ganar. Hay que dejar a Cristo que desintegre las cadenas que quieren colocarnos en el corazón, para poder sentir con Él y con la Iglesia; en los labios, para poder proclamar a los cuatro vientos la verdad sobre Dios y sobre el hombre, que le hace plenamente tal, aunque algunos prefieran permanecer en la tiniebla. Es hora de librar esa batalla, primero la interior y seguidamente en todo el mundo. Porque además estamos seguros de la victoria, nos la alcanzó Jesucristo.
Fantástica reflexión. En cuanto a la película, conozco quien ya la ha visto y ha quedado encantada. Ojalá pueda verse en muchos lugares.
ResponderEliminarUn abrazo
gran post, realmente.
ResponderEliminarY sí... la situación es cada vez más grave...
Al final de la partida nos sabemos vencedores, pero tocará luchar hasta ese final..
Abrazo!