martes, 17 de mayo de 2022

EL ERROR DE LAS ETIQUETAS, TAMBIÉN LAS LGTBIQ+


Las etiquetas se ponen a las cosas, o a las realidades que cosificamos. Las identifican desde fuera, para facilitar la comprensión de lo que hay dentro. Son útiles para el consumo, y también para el estudio: nos ayudan a clasificar corrientes y autores, y así recordamos mejor quiénes eran los filósofos racionalistas y los idealistas, y antes de ellos los presocráticos, los platónicos, los tomistas y otros más. Pero para lo que no sirven las etiquetas es para las personas en su condición individual, en lo que son como seres únicos e irrepetibles. 


En el ámbito civil se ha extendido en las últimas décadas con mucha fuerza la etiqueta LGTB, que después ha ido añadiendo siglas hasta ser LGTBIQ+ (puede que se hayan añadido más y no esté a la última). La propuesta ha sido identificar a las personas en función de su atracción o su autopercepción sexual, haciendo sustantivo lo que es adjetivo. De ahí se ha hecho frecuente identificar o referirse a personas -incluidas ellas mismas- como “es gay”, “es trans” o “es bi”, siendo muy excepcional -por no decir inexistente- la referencia a una persona como “es heterosexual”. Todo ello en el arco de poco más de dos décadas.




En el ámbito eclesial, el deseo compartido de acoger a toda persona en su seno con independencia de sus rasgos propios (raza, sexo) o sus opciones (religión, ideología) ha llevado en los últimos años a una confusión: para acoger se ha asumido la mirada ideológica del asumido. El ejemplo más conocido es el del P. James Martin, sacerdote jesuita estadounidense de gran influencia en su país. A raíz del atentado en Florida contra un local de ambiente gay, el jesuita tomó la decisión -no me cabe duda de que bien intencionada- de tender puentes con la comunidad lgtbi (sic). Su primer paso es el de denominarles tal como quieren ser denominados: lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales, queer, asexuales, género fluido, etc etc. Según la BBC hay más de 100 géneros, de ahí el uso del signo “+” al final para referir una categorización casi interminable. 


A mi parecer Martin comete dos errores con este posicionamiento: asumir la antropología de género, esa mirada sobre al persona que considera el dato biológico irrelevante, dado que la voluntad personal puede decidir sobre la identidad personal con independencia de aquella. La Comunidad de Madrid en una de sus leyes sobre la cuestión LGTBI afirma que todo ciudadano tiene derecho a definir su identidad. Da igual qué cuerpo tienes, tu voluntad es soberana. 


El segundo error del P. James al usar las categorías mencionadas consiste en reforzar a las personas que se consideran LGTBIQ+ en su idea de que esa condición es lo que les define, en vez de ayudarlas a descubrir su identidad profunda, mucho más radical -es decir, de raíz- que las etiquetas impuestas o autoimpuestas. 


Hace unos años hablaba con un joven y me comentaba sus dificultades en el ámbito de los afectos y las atracciones. Me decía que le gustaban los chicos, pero a veces también las chicas. A veces mucho, a veces poco, a veces más, a veces menos… Y me decía que no sabía bien qué era. Fácilmente descubrí que estaba intentando encajar en alguna de las siglas de moda: o era G, o era B, o a lo mejor era otra cosa que estaba por inventar… Después de escucharle le dije: amigo, está muy claro lo que eres: eres hijo amado de Dios. Eso no te lo has dado tú, pero tampoco te lo puedes quitar. Y eso no depende de tus sentimientos o emociones, permanece siempre. Hemos recibido el ser, la vida, lo hemos hecho como hombres o mujeres, somos criaturas amadas, alégrate. Después habrá que ver porqué experimentas esas atracciones, porqué son ambivalentes, qué significan y cómo vivirlas”. Y en eso seguimos. 


Quiera Dios que descubramos de verdad quiénes somos, y desde ahí acompañarnos unos a otros en el apasionante camino de la vida, sin confundirnos ni engañarnos con etiquetas, por muy de moda que estén, pero que no son lo mejor para conocer y acoger a las personas. 

6 comentarios:

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  3. Prueba tú a quitarte la etiqueta de cura o de católico, que eso tampoco es lo sustantivo... eres hijo amado de Dios. Y punto. Eso se aplica para todos. Cualquiera que haya tenido una experiencia fuerte del Espíritu Santo sabe que no hay más identidades que esa. Pero vivimos en un mundo adjetivado al bajar del Tabor. Y no adjetivarse contribuye muchas veces a la opresión de las mayorías. ¿De dónde sacas que hacemos de lo adjetivo sustantivo? Ser gay para mí no tiene más importancia que ser alto, canoso, joven... Sois vosotros los ínclitos guardianes de la ortodoxia quienes estáis OBSESIONADOS con nosotros. Escribir este artículo el Día Internacional contra la Homofobia me parece ya lo más... Ojalá hubiese más James Martins... brutal su documental Building a bridge. Y ojalá fueras como Virata de Stefan Zweig y bajaras a la cueva subterránea a la que nos habéis relegado... Otro gallo cantaría, amigo mío.

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    1. Gracias por tu comentario, aunque no comparta tu opinión. Te dejo un enlace a un documental que expresa mejor que mi breve artículo mi parecer al respecto. Espero que te ayude: https://youtu.be/JEoqxHr8EtE

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  4. No entiendo, no entiendo nada... Yo creía que la Iglesia era amor, acogimiento, caridad. Pero no. Veo que, al menos en este blog, un sacerdote aprovecha internet para criticar a un jesuita, al que supongo la preparación y el conocimiento suficientes. Hace vd., P. Julián Lozano, más daño a la Iglesia y al pueblo de Dios que el que este jesuita pueda hacer. Cristo fue criticado en su tiempo por ser acompañado por prostitutas y publicanos. A quienes daba amor y ejemplo. Pero vd, P. Julián Lozano, sólo puede condenar y descalificar a un compañero de ministerio. ¿Es ese el ejemplo, el testimonio, que puede darnos de su fé, de su vivencia con Cristo? ¿Habrá que decir, parafraseando a la Biblia, que es más difícil que un sacerdote entre en el Reino de los Cielos que un camello por la aguja... etc?. Vd, P. Julián Lozano, crea división y odio. Justo lo último que esperaba de un pastor. Muchas gracias por su atención.

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    1. Estimado Axnvlc, gracias por comentar en mi blog.

      Te respondo a tus palabras.

      En primer lugar, estás en lo cierto: la Iglesia es amor, acogimiento y caridad. Y precisamente por eso, por amor, la Iglesia enseña a sus hijos los caminos de vida, y alerta de los caminos que no lo son. Amar no significa decir siempre al amado "tienes razón" o "todo lo haces bien". Corregir, de hecho, es una obra de misericordia. Y enseñar, otra.

      En mi post he manifestado que no estoy de acuerdo con el P. Martin en su planteamiento hacia la cuestión LGTBI+, y a la vez he señalado que creo que le mueve la buena intención. He hecho lo que se llama una "crítica constructiva". No le he condenado ni descalificado. Puedo estar equivocado, o tal vez lo esté él; pero lo que no he hecho es faltar a la caridad por manifestar que no estoy de acuerdo con él.

      Mencionas que Jesús se relacionaba con prostitutas y publicanos, y es muy cierto. Lo que no mencionas es que el amor de Jesús les llamaba a la conversión y al cambio de vida (por ejemplo, san Mateo, santa María Magdalena). Jesús quiere caminar con todos, y llevarnos a su Camino, Verdad y Vida, no afirmarnos en nuestros planteamientos.

      Que Él nos guíe, nos ilumine con su verdad, nos convierta de nuestros pecados, y nos lleve a la Vida Eterna.

      La Paz

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