sábado, 10 de noviembre de 2012

LOS ARGUMENTOS DE LA SOCIALISTA AROZ FRENTE AL "MATRIMONIO GAY"

Se ha preguntado recientemente si algún diputado o senador del PP abandonará las filas de los Populares ante la decisión del Ministro de Justicia de no alterar la conocida como "Ley de matrimonio homosexual". El trasfondo de la cuestión es el siguiente: en el año 2005, y ante la aprobación por parte del Gobierno socialista de dicha ley, la senadora del PSC Mercedes Aroz, la más votada en su circunscripción, decidió abandonar su partido y con él su escaño por estar en contra de esta legislación tan profundamente injusta, y que además atentaba contra sus convicciones.



¿Habrá algún militante del PP que tenga esta altura moral? Jorge Fernández, Ministro de Interior, ha manifestado su rechazo a la ley, pero: ¿es todo lo que se le puede pedir a un partido que afirma en su ideario inspirarse en el "humanismo cristiano"? Señor Gallardón, que aún no ha tenido la decencia de modificar la ley sobre el aborto -a pesar de que así lo incluía el programa electoral del PP- le dedico los seis argumentos seis que esgrimió la diputada Aroz para oponerse al mal llamado matrimonio homosexual, para que aprenda lo que es un razonamiento jurídico y político basado en la verdad de las cosas y en la búsqueda del bien común. Y lo firma una socialista (claro, una socialista que ha tenido que abandonar el PSC-PSOE, todo sea dicho).



1- Como legisladora, considero que las normas jurídicas deben garantizar el bien común, algo que esta ley no cumple a mi juicio, ya que no mantiene el equilibrio necesario entre la ampliación de los derechos civiles para la minoría homosexual y la salvaguarda de los intereses generales.


2.-Coincido, en mi oposición a esta Ley, con las posiciones sobre esta cuestión de buena parte de la socialdemocracia europea y las del socialismo francés que representa Lionel Jospin, así como con los argumentos jurídicos expresados por organismos representativos, como el Consejo de Estado y el Consejo General del Poder Judicial. Mi crítica es a la regulación jurídica concreta por la que se ha optado para el reconocimiento de derechos a la unión de personas homosexuales, que rompe la configuración objetiva del matrimonio y no da prioridad a los derechos de la infancia.


3.- La Ley confunde una institución de relevancia social, como es el matrimonio, con formas de convivencia basadas en la orientación sexual que, como reconoce la propia Ley, son algo de trascendencia personal, aunque puedan generar derechos. Por el contrario, la unión de un hombre y una mujer en la que se basa el matrimonio, de la que procedemos todos y que asegura el futuro de la humanidad, genera beneficios sociales y requiere, por ello, una regulación jurídica propia y una protección adecuada.


4.- La Ley va más allá de equiparar uniones homosexuales y matrimonio, ya que propone cambiar la esencia de la institución matrimonial basada en la ley natural y civil, y de la que procede también el matrimonio canónico. Esta alteración del matrimonio implica debilitar la institución más importante de la sociedad. Y no parece que convenga a la sociedad, en su conjunto, que se debiliten instituciones jurídicamente consolidadas que son su propio cimiento.


5.- Con respecto a la adopción, no hay estudios concluyentes sobre los efectos para el desarrollo armónico de los niños en parejas del mismo sexo. Hay opiniones contradictorias de los expertos. Por tanto, ante la duda, hay que inclinarse por anteponer los derechos de los menores que, según nuestro ordenamiento jurídico, han de tener prioridad absoluta para el legislador.


6.- Finalmente lamento que, en una Ley de esta trascendencia, no se haya propiciado un gran consenso parlamentario y que se haya creado una situación de fuerte división social, desoyendo la posición contraria de millones de ciudadanos españoles representados por otros partidos políticos democráticos y expresada también a través de asociaciones e instituciones importantes de nuestra sociedad, especialmente cuando hay otras alternativas. Valga el ejemplo de la reciente Ley aprobada en Suiza, que denomina a la unión homosexual Pacto Civil de Solidaridad (PCS), que no equivale al matrimonio ni permite adoptar, pero equipara los derechos en el ámbito fiscal, penal, de sucesiones, de Seguridad Social y de jubilación.

  

14 comentarios:

  1. y así es como se ve claramente que cristianismo y capitalismo han sido siempre una y la misma cosa.

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    1. En realidad el cristianismo tiene dosmil años de historia, y el capitalismo -nacido con Adam Smith- apenas dos siglos y pico.
      Es difícil explicar la historia de los primeros cristianos, de los mártires del Imperio Romano, de la vida monacal, las órdenes mendicantes, el nacimiento de los hospitales en torno a las rutas de peregrinación -Jerusalén, Roma, Santiago- las primeras universidades, la evangelización de América y del lejano Oriente... -todo ello acontecido en los siglos I al XVII- en clave capitalista, que aún no existía.
      Un saludo.

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  2. Primera discrepancia: Habría que decir en qué afecta la ley a “los intereses generales”.
    Segunda discrepancia: Debería dejar de “discrepar” con tales organismos. En el caso de Francia, ahí tiene la medida legislativa impulsada por el presidente de la República. Y en el caso español, el dictamen del órgano judicial más alto.
    Tercera discrepancia: En este punto se limita a expresar una opinión personal. No sirve como argumento.
    Cuarta discrepancia. Niego la mayor. Tendrá que explicar en qué debilita, según ella, “la institución más importante de la sociedad”. Hasta ahora, este tipo de leyes no han acabado con esa institución ni en Holanda ni en España ni...
    Quinta discrepancia. Se equivoca totalmente y debería informarse mejor. Existen multitud de estudios contrastados que demuestran que “el desarrollo armónico” de los niños criados en parejas homosexuales no se ve afectado en modo alguno sino todo lo contrario.
    Sexta discrepancia. Puesto que no se trata de negar derechos a nadie sino de añadírselos a terceros, es irrelevante su sexto punto. Y la ley se aprobó porque el Parlamento tenía mayoría suficiente para aprobarla. Por lo demás, ahora hay otra mayorías y no se va a cambiar, sabiamente.

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    1. Discrepemos de las discrepancias:
      1. El interés general pasa por salvaguardar y potenciar las instituciones sociales que la sostienen. Equiparar unión homosexual y matrimonio es devaluar éste, pues el primero no puede ofrecer los beneficios sociales del segundo -en concreto, la procreación-. Se trata, por tanto, de devaluar una institución. De ahí que la Sra. Aroz abogara por legislar las uniones homosexuales bajo otra modalidad legal.
      2. Aroz no discrepa con esas instituciones. Dichas instituciones aconsejaban no legislar las uniones homosexuales bajo la categoría de matrimonio. Lo encuentras en Google.
      3. La institución matrimonial está en crisis en Holanda, en España y en todo "Occidente". El número de divorcios y el descenso en el número de enlaces así lo demuestra. Las causas: mentalidad divorcista, ruptura amor-procreación, y en los últimos años, equiparación con uniones homosexuales.
      4. Respecto a los informes sobre la idoneidad de la educación a hijos por parte de parejas homosexuales, aún estamos esperando los 50 estudios universitarios que prometió M Teresa Fernández de la Vega que lo avalaban. Seriedad, por favor

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  3. 1-Sigo sin ver cuál es el menoscabo para las “instituciones sociales”. Hasta ahora no lo he visto. ¿Cuál ha sido la devaluación?
    En cuanto a que la unión homosexual no puede ofrecer “beneficios sociales” como la procreación, efectivamente no puede haber procreación pero sí paternidad responsable, lo cual no devalúa la institución. No veo cómo otra “modalidad legal” (en realidad otro nombre) cambiaría todo esto.
    2-Pero resulta que ahora esas instituciones sí abogan por el matrimonio homosexual: por ejemplo el Tribunal Constitucional, el Gobierno de la República Francesa, etc. También se encuentra en Google (y en la prensa y en los boletines oficiales de los estados).
    3-La institución matrimonial NO está en crisis ni en Holanda ni en Argentina ni en España ni en ningún lugar. La prueba es que siguen produciéndose matrimonios entre hombre y mujeres en todos esos lugares y no hay ninguna restricción al respecto (faltaría más). Otra cosa es que en todo el mundo civilizado exista el divorcio, que la gente tenga libertad para unirse de maneras distintas... Nada de esto obliga a un matrimonio tradicional a divorciarse o a dejar de tener hijos. ¿Cuál es el problema? Usted cásese si quiere y mantenga su matrimonio toda la vida y yo haré lo que yo crea conveniente.
    4-Los estudios no los tiene que aportar la ministra sino que son de dominio público. Ahí sí puedes informarte en Google. Por lo demás, lo único que interesa es el bienestar del niño. Si hay una pareja gay que le da armonía, mejor que una pareja heterosexual que se droga y pega al niño. Lo que cuenta no es si son un hombre y una mujer o dos mujeres o dos hombres sino que el niño esté bien y sea querido.

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  4. Perdone si he pasado al tuteo en el ardor de la discusión. Discusión cordial en todo caso.

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  5. Agradezco el tono educado y respetuoso de sus comentarios. Yo también pasé al "tú" en su momento.
    La postura que sostengo sobre el asunto, algo más extensa, la publiqué hace unos días también en este blog. Si tiene a bien leerlo, se titula "El "SÍ" de la Iglesia ante el "matrimonio" homosexual".
    Las instituciones a las que aludía la Sra Aroz y sus respectivos informes son éstos:

    Informe del Consejo de Estado sobre el anteproyecto de Ley del “matrimonio" homosexual.
    http://www.analisisdigital.com/Noticias/Noticia.asp?id=846&idNodo=-3

    EL CGPJ considera que el “matrimonio” homosexual es inconstitucional
    http://www.analisisdigital.com/noticias/noticia.asp?IDNodo=-3&IdAccion=2&Id=1079

    Respecto a la crisis de la institución matrimonial, la cuestión es clara: disminuye el número de enlaces y aumenta el número de rupturas. Éste es el hecho. Si es capaz de inferir que no está en crisis, no tengo más argumentos que ofrecerle.

    Respecto al concepto "extensión de derechos" que utiliza para defender que denominar y concebir las uniones homosexuales como matrimonios no afecta a la institución matrimonial natural, le pongo dos ejemplos. Que todos los pacientes fueran tratados como los que acuden a urgencias -con la misma premura y dotación de medios- provocaría -al final- que se dejara de prestar esa atención preferente a los que verdaderamente lo necesitan.
    Si extendemos las exenciones fiscales a todas las personas -se trata de "extender derechos", ¿no?- al final las personas con unas condiciones diferentes son tratadas del mismo modo. Se llama igualitarismo, y es radicalmente injusto.

    Lo mismo sucede en el caso que nos ocupa. Otorgar a la unión de personas homosexuales los mismos derechos que al matrimonio heterosexual -que aporta a la sociedad la riqueza de los hijos, entre otras cosas- es sencillamente injusto, porque se reconoce lo mismo a dos realidades que no contribuyen lo mismo al bien común. Es un argumento netamente legal.

    Como creo que decía en la réplica anterior, ni los homosexuales ni los heterosexuales tienen derecho a adoptar, sino los niños a ser adoptados. A éstos debe ofrecérsele el marco del que naturalmente proceden: la complementariedad de la figura paterna y materna -su ser biológico procede de la complementariedad de los gametos masculino y femenino-. Por supuesto, el padre y madre adoptivos deben ofrecer un ambiente sano a sus hijos, así como condiciones materiales elementales. Decidir privar al niño/a de la figura paterna o materna es una grave arbitrariedad, profundamente injusta.

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  6. Aunque intentaré contestarle por orden, voy a dejar para el final la cuestión de su entrada “El SÍ de la Iglesia ante el matrimonio homosexual”. (Ah, voy a tener que colgar este comentario en tres o cuatro partes, dada la extensión).
    En lo que toca a los dictámenes de esos organismos, queda poco que decir cuando la más alta instancia jurídica del Estado, el TC, ya se ha pronunciado. En cualquier caso, yo me quedo siempre con los dictámenes de los psicólogos y médicos que, a través de multitud de estudios (en EE UU o en España, sin ir más lejos) han dicho que los hijos criados en una familia homosexual no sólo no presentan problemas sino que tienen un desarrollo positivo en valores y afectividad igual (y hasta superior a veces) a los criados en familias tradicionales.
    Respecto a la crisis de la institución matrimonial yo no considero que esté en crisis por el hecho de que exista el divorcio, haya menos enlaces y haya más rupturas. Simplemente se ha traspasado una línea de siglos que era bastante aberrante, a saber: que el matrimonio era para toda la vida, pasase lo que pasase. Recordemos que el concepto de matrimonio por amor es relativamente reciente: ¿dos siglos? Quizá digo demasiado. El matrimonio era una institución práctica, por mucho que se la acompañase de signos de trascendencia: era un negocio, un acuerdo satisfactorio. Y dentro del matrimonio se daban (y se han dado hasta hace muy poco o se siguen dando) conflictos aberrantes de violencia y abuso. Como no había otra que aguantar con el matrimonio, esas situaciones se enquistaban. Los males derivados los conocemos todos. En la sociedad moderna, la gente se sigue casando y lo hace, creo yo, con convicción. Pero también con la seguridad de que una situación matrimonial anómala o aberrante ya no hace falta perpetuarla. De ahí que existan el divorcio y ciertos derechos para ambos cónyuges si deciden ponerle fin. Derechos mayores para la parte tradicionalmente más débil o vulnerable, que ha sido siempre la mujer.
    Otra cosa es que nos empeñemos en que el matrimonio es una situación indisoluble, por dogma. Si nos empeñamos en eso, ya no hay nada que decir y yo no le convenceré a usted de que precisamente lo que ha liberado a la institución matrimonial de su componente de condena, perpetuadora de abusos, es la posibilidad de romper el vínculo. ¿Hay más rupturas? Sí. Afortunadamente, ya nadie tiene que callarse y tragar y tragar. ¿Se casan menos? Supongo. Hoy en día la vida es más compleja, la mujer se ha incorporado al mercado de trabajo y a sus libertades y las costumbres cambian. ¿Está en crisis? Rotundamente no: todo el que quiera casarse, observar un matrimonio cristiano (o de otro tipo) y no romper el vínculo puede seguir haciéndolo.

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  7. Sigo en su orden. Extensión de derechos. No me vale su ejemplo, porque ese ejemplo de la sala de Urgencias implica que para atender a uno se desatienda al otro, que se cure a uno y al otro se le deje morir. Eso no se da en este caso. Que se autorice el matrimonio homosexual no veo en qué afecta a que se casen hombres y mujeres. Se otorgan derechos a terceros sin quitárselos a nadie. Y si se empeña en argumentar así, yo podría decirle que sí, que estoy de acuerdo con el igualitarismo: deseo que se atienda en Urgencias a X y que se atienda a Y. Deseo que un hombre y una mujer puedan casarse y que una mujer y otra mujer también puedan hacerlo. Lógicamente, nunca aceptaría que a unos o a otros se les limitasen sus derechos. Por eso estoy de acuerdo con el matrimonio tradicional y con el matrimonio homosexual. Ambos contribuyen al bien común desde el momento en que se fundamentan (óptimamente) en el amor mutuo, la coincidencia de intereses, el respeto, el amor a los hijos, etc.
    ¿Privar a un niño de la figura materna o paterna es profundamente injusto? Yo creo que a lo largo de los siglos se han proyectado figuras paternas y maternas bastante lamentables. Los abusos por parte de los padres han sido hasta hace nada bastante comunes, dadas las condiciones de atraso e ignorancia, y sólo recientemente existen controles sociales sobre las familias para garantizar el bienestar de los hijos. O sea, que esta preocupación por la educación de los niños y su felicidad es, como lo que dijimos antes, de reciente cuño. Un hombre y una mujer que crian a un niño serán buenos según cómo se comporten, no por el hecho de ser un hombre y una mujer. Y la proyección de esas imágenes referenciales (padre y madre) serán positivas unas veces y otras no. En mi caso, y adivino que en el suyo, han sido positivas. Pero vaya usted a explicarle a un niño abusado lo bueno que ha sido para él tener un padre y una madre.
    Así pues, en mi opinión, lo importante no es eso sino el cariño y el amor. Y si hay cariño y amor, da igual que lo dispensen un hombre y una mujer o dos mujeres o dos hombres. Lo otro es mera tradición, mero derecho consuetudinario, pura costumbre. ¿De siglos? Bueno, durante siglos se han practicado otras costumbres que no por duraderas son positivas.
    Que sí, que ya sé que sólo un hombre y una mujer pueden tener hijos y que a los gays y lesbianas no les queda otra que adoptar. Pero también hay parejas de hombre y mujer (cristianos o no) que no pueden tenerlos y se ven en la necesidad de adoptar. ¿Qué diferencia hay?
    Yo no creo en “el ser biológico” más que como mera consecuencia biológica. Si hablamos de familia, yo creo en el ser querido, amado, cuidado...

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  8. Y ahora vamos a su entrada sobre el “SÍ”. No me extenderé mucho porque estoy exhausto. Otra vez vuelvo a encontrarme esa fijación biologista y esa argumentación sobre lo distintos y complementarios que son hombre y mujer. Bien, aceptado: ya sabemos que hombre y mujer son distintos y complementarios, PERO principalmente porque esa complementariedad es biológica. ¿Dónde quedan los afectos, las emociones, la capacidad de interrelación entre las personas, la humanidad? Porque esto puede darse entre dos hombre y dos mujeres. Lo único que no se da en este último caso es la capacidad de procrear. De nuevo la biología. ¿Entonces un hombre y una mujer estériles ya no sirven? No me diga que según la Iglesia deberían abstenerse de relaciones sexuales, puesto que el fin último de las relaciones sexuales es únicamente la procreación. Si me dijera eso, yo le diría: ahí tiene usted la razón de que las iglesias se vacíen.
    Quisiera que usted me explicara por qué este párrafo no es aplicable a cualquier pareja que se quiera, sean hombre y mujer, hombre y hombre o mujer y mujer: hemos sido creados para la unión. Si a esa mirada sumas la luz de la fe, entonces enriqueces la fórmula: hemos sido creados a imagen del Dios trinitario, que es Comunión de personas, y por tanto tenemos marcado en el corazón ese destino, la comunión con Dios y con el prójimo.
    Claro que a renglón seguido vuelve usted al tema de la procreación y ahí ya no hay nada que hacer. Lo siento por las parejas estériles.
    Sobre la caridad cristiana ejercida sobre los homosexuales por ustedes (eso del “respeto, la consideración y la delicadeza”) no voy a entrar porque casi es motivo de enfadarse. No sólo tradicionalmente la Iglesia los ha perseguido, estigmatizado, encarcelado y quemado sino que aún hoy en día los persigue (dentro de sus –afortunadamente- pobres recursos), los insulta (recordemos a los obispos llamándoles enfermos) y se opone a sus derechos y libertades. Ese “respeto y delicadeza” parecen más bien una broma macabra. Detrás de los NO de la Iglesia suelen esconderse, efectivamente, grandes NOs.
    Yo, Padre, voy con la verdad por delante y no me importa decirle cuáles son mis circunstancias, para que usted juzgue desde dónde emito mis argumentos. En su caso, no le conozco a usted de nada ni tengo nada en su contra (llegué a su blog porque Enrique García-Maíquez citaba sus palabras) pero, por lo que he leído, le sitúo en las posturas más ortodoxas de la Iglesia. Lo que yo llamo “integrismo”, y perdone otra vez la franqueza. Por mi parte soy ateo y anticlerical, esto último en el sentido de que me opongo a la influencia de cualquier credo religioso sobre los derechos civiles de los ciudadanos y a la interferencia de la religión en el deseable laicismo de nuestra sociedad, si bien tengo muchos amigos creyentes (y algunos creyentes militantes y muy opuestos a mis ideas, como yo a las suyas). Por lo demás, me declaro libremente bisexual (es decir, que me gustan tanto los hombres como las mujeres) aunque estoy casado con una mujer (y previamente divorciado de otra). Estos datos personales (que son en cierto modo de dominio público, y por eso no me importa dispensarlos) se los doy como prueba de juego limpio y para no situarme en ninguna otra posición que no sea la mía a la hora de argumentar. En lo que resta, creo que tengo valores muy sólidos y que me he atenido a ellos (o lo he intentado) toda mi vida, algunos de los cuales (o casi todos) usted podría compartir: creo en la solidaridad, en la empatía, en la justicia, en la libertad, en el derecho ajeno, en el pensamiento racional, en la belleza, en el derecho a la felicidad.
    Me disculpo por la extensión y también si he dicho algo que le moleste, siendo que la intención no es molestar sino defender ardientemente y hasta el final aquello en lo que creo.
    Atentamente.

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  9. Reitero mi agradecimiento por su corrección a la hora de hacer sus comentarios. No cabe duda de que es un anticlerical bastante singular.
    Puntualizo con absoluta brevedad, porque la vida da para lo que da.

    - Las personas que padecen esterilidad siguen siendo complementarias respecto del sexo opuesto. La ausencia de procreación no es fruto de una opción libre y deliberada. En el caso de las personas que mantienen relaciones sexuales con otras del mismo sexo, eligen libre y deliberadamente un tipo de relación no complementaria y estéril -biológicamente- por naturaleza. Ahí radica la diferencia de las dos. En la valoración moral de una acción la voluntariedad y la intención son definitorias.

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  10. - En el fondo de la cuestión que tratamos está la visión antropológica: ¿qué / quién es el hombre? Para usted, por lo que expresa, el cuerpo es pura biología, ¿pura química? ¿conglomerado de átomos?. Si es materialista, además somos puro azar. Para el cristiano, el cuerpo es sacramento de la persona, no "tenemos un cuerpo", "somos cuerpo", y en él -en su íntima unidad con la dimensión espiritual de la persona, alma en términos clásicos- se nos revela quién somos: imagen y semejanza del Creador. Desde la Encarnación de Cristo, el cuerpo está llamado a ser templo del Espíritu. "El Verbo se hizo carne". La Salvación de Cristo consiste, precisamente, en sanar las heridas del pecado -vencer la tendencia al egoísmo ("quien pierde su vida por mí la encontrará"), la ira ("quien a hierro mata..."), la gula ("no sólo de pan..."), la avaricia ("dichosos los pobres...") la lujuria ("si miras con deseo a la mujer de tu prójimo, ya has pecado"), la soberbia y el orgullo ("Aprended de Mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis vuestro descanso") el odio ("bienaventurados los que trabajan por la paz..." "como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden...") y así la lista entera. Y AÚN MÁS: la salvación consiste -además de sanar la herida del pecado- en que Dios nos comunica su propio modo de amar ("os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado") un amor que va más allá de lo humano, que colma lo humano: "el amor es paciente, no se engríe, no lleva cuentas del mal, que rechaza la injusticia y se goza con la verdad. El amor espera sin límites, aguanta sin límites, cree sin límites. El amor no pasa nunca"

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  11. Si es verdad que estamos hechos para este amor -"nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti"- entonces no vale CUALQUIER amor. Tiene que ser a imagen del divino: incondicional, fiel, exclusivo, fecundo, para siempre.

    Aquí tiene por qué el amor matrimonial debe tener las tres notas: contigo, sólo contigo; siempre contigo; abierto a la vida que puede venir de nuestra íntima donación y acogida. El amor exige el para siempre, o no es amor de verdad. El amor -esponsal- exige la exclusividad -de ahí el rechazo a la poligamia o poliandria-. Este amor es fuente, transmisor, de vida, o al menos está abierto a ello.

    - Efectivamente, intento ser ortodoxo. Hacer la religión a mi medida me parece poco inteligente; más cómodo, pero menos auténtico. Las citas evangélicas al respecto son abundantes. Con todo, el término integrista es inapropiado. El integrismo consiste en querer imponer las categorías de fe al conjunto de la realidad. Mi argumentación sobre el matrimonio, sobre el aborto, sobre la configuración política del estado, o sobre el reparto más equitativo de las riquezas, no parten de los dogmas de fe, sino de la razón iluminada por ésta. Por eso, con la senadora Aroz, esgrimo argumentos legales, políticos. En otros casos, históricos, biológicos, económicos, o lo que corresponda en cada caso. Evidentemente, no oculto mi condición de creyente, y la luz que me permite ver o vivir -o intentarlo- las distintas realidades que propongo. Pero argumento -o lo intento- desde la razón. Claro, yo estoy convencido de que el que me ha dado la razón para conocer la verdad de las cosas -que es el mismo que se la ha dado a todos los seres humanos- ha puesto en ella la capacidad de conocerle. Ya nos lo dijo san Pedro: "estad dispuestos a dar razón de vuestra fe".

    - José Luis, sigue sin citar estudios sobre la conveniencia de la educación de los hijos por parte de parejas del mismo sexo. No debe haber muchos, dado que el fenómeno de la adopción por parte de parejas homosexuales es muy reciente. Yo conozco algunos estudios que lo desaconsejan abiertamente. Conozco un caso en mi diócesis que además ha salido en los mcs en los últimos días y que es meridianamente claro a este respecto.
    No dudo de su educación, de su formación y de sus virtudes, pero no tiene derecho a adoptar. Yo tampoco. El niño tiene derecho a ambas figuras -paterna y materna- complementarias y necesarias en su crecimiento.

    - Intuía su tendencia sexual por un comentario que aparece en su blog / web.

    - Al final no ha sido tan breve. También yo escribo desde la convicción, sin ánimo de herir a nadie -me disculpa si así ha sido-, y con el deseo de compartir un horizonte de vida que la ilumina, que la embellece, que la lleva a plenitud.

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  12. Lo cierto es que yo intento hablar de valores cívicos (sujetos al debate y al cambio) y usted me contesta con citas evangélicas, donde yo me pierdo, por mucho que conozca bien las Escrituras. Usted habla de nociones como el pecado o los dogmas de fe, que para mí son irrelevantes. ¿Quién puede argumentar ante un dogma de fe, que es inconmovible?
    Tengo la impresión de que estamos hablando en lenguajes distintos. Intuyo que a causa de eso no nos lograremos entender y que yo no lograré moverle de su postura ni usted a mí de la mía. Sin considerar en absoluto que este diálogo haya sido estéril (al contrario), creo que por mi parte no voy a prolongarlo. Sin acritud, espero que se entienda. No dejaré sin respuesta ningún mensaje y me ha alegrado conocerle pero no me veo con fuerzas para seguir midiendo mis opiniones, muy afianzadas, con opiniones tan igualmente afianzadas. Porque usted habla desde la fe y preceptos establecidos muy sólidamente por una larga tradición de pensamiento. Entonces llegará un momento en que la razón se estrelle contra el dogma de fe y esto sea un callejón sin salida. Hablo de cómo lo veo yo.
    Insisto: ha sido un placer y me alegro de conocerle. Y visitaré su blog de vez en cuando. Pero me temo que vivimos en mundos contrapuestos, radicalmente diferentes, y cualquier debate será en vano.
    A lo mejor me rindo demasiado pronto...
    Un saludo cordial.

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